«En el detalle está el diablo» (“devil is in the detail”) dijo Micheál Martin, exprimer ministro de la República de Irlanda, cuando el año pasado habló al respecto, y es que en noviembre de 2023 los irlandeses votarán en un referendo sobre una reforma a su Constitución.
Pero no se trata de una tipificación revisada de delitos, de la anexión de algún territorio ni de la creación de ningún poder más, sino de un cambio lingüístico, de cómo nos referimos, o cómo se refieren los irlandeses, para ser más correctos, a determinadas escenas cotidianas de su marco legal actual.
Concretamente, para eliminar referencias machistas e incorporar, desde el idioma, la igualdad plena entre mujeres y hombres.
En Irlanda, por ley, el trabajo en el hogar es «cosa de mujeres»
Es el año 2023 y hablamos de un país de la Unión Europea, pero en la Constitución de la República de Irlanda se lee, en el Artículo 41, que «con su vida “dentro del hogar”, la mujer ofrece al Estado un apoyo sin el que no podría alcanzarse el bien común», por lo que «el Estado deberá esforzarse en asegurar que las madres no sean obligadas, por necesidad económica, a ir a trabajar, en detrimento de sus deberes en el hogar».
Lo anterior, en el texto original en inglés (porque la Constitución de Irlanda está escrita tanto en la lengua de la vecina Gran Bretaña como en irlandés) se lee: “by her life within the home, woman gives to the State a support without which the common good cannot be achieved (…) “the State shall therefore endeavour to ensure that mothers shall not be obliged by economic necessity to engage in labour to the neglect of their duties in the home.”
Es decir, que tanto como sea posible, el Estado debe asegurarse de que las mujeres no “necesiten ir a trabajar”, puesto que su prioridad habría de ser la de hacerse cargo del hogar.
La revolución está en la palabra
¿Cómo se reforma un sistema así? Desde el lenguaje, o así lo propone la Asamblea Ciudadana para la Igualdad de Género que es, de hecho, lo que ha propiciado que se convoque a un referendo para finales de este año.
Dentro del informe que dicho organismo presentó en 2021, solicitan que “Article 41.2 of the Constitution should be deleted and replaced with language that is not gender specific and obliges the State to take reasonable measures to support care within the home and wider community.”
¿En español? La traducción sería que «el Artículo 41.2 de la Constitución debe eliminarse y reemplazarse por uno con lenguaje que no especifique un género, y que obligue al Estado a tomar medidas que permitan los cuidados dentro del hogar y en la comunidad».
La propuesta habla, entonces, de cómo el problema no está en que el Estado dé facilidades para que alguien pueda desempeñar labores de cuidados del hogar y de la familia, sino en que, por cómo se planteó y redactó de origen, tal papel se asignó, por ley, a las mujeres.
La celebración del referendo se anunció el miércoles 8 de marzo de 2023, Día Internacional de la Mujer. Al hacerlo, el primer ministro irlandés, Leo Varadkar, dijo que «las mujeres y niñas han soportado una carga desproporcionada de responsabilidades; han sido discriminadas tanto en el hogar como en los sitios de trabajo, y han sido cosificadas o han vivido en miedo por violencia doméstica y de género”.
En ese mismo artículo, expone la Asamblea Ciudadana para la Igualdad de Género, la redacción limita el abrigo del Estado. “Article 41 of the Constitution should be amended so that it would protect private and family life, with the protection afforded to the family not limited to the marital family” («el Artículo 41 de la Constitución debe ser enmendado para que proteja la vida privada y familiar, siendo esta protección a la familia no limitada a la vida marital»).
Al redactar, originalmente, ese «apoyo a la mujer» para que pueda hacerse cargo del cuidado del hogar, algo que el Estado se encarga (por ley) de propiciar, aquellos hogares en los que no habita una familia tradicional, construida a partir de una unión legal heterosexual, se responsabiliza de la participación, o no, de las autoridades públicas al papel que haya asumido la mujer dentro de su círculo social.
La lengua intenta alcanzar al tiempo
La de Irlanda es la constitución republicana más antigua, vigente, dentro de la Unión Europea. Se redactó en 1937, 15 años después de la Guerra de Independencia. Sigue siendo la misma a pesar de haber pasado por más de una decena de enmiendas, sin embargo, no ha sido hasta ahora, 86 años después, que el lenguaje machista en ella pasará por una consulta ciudadana.
Para no dejar lugar a dudas, la propuesta de la Asamblea Ciudadana para la Igualdad de Género también propone que en el Artículo 40.1, que dice actualmente que «todos los ciudadanos, como personas humanas, serán iguales ante la ley», se especifique que se habla de todos los ciudadanos «sin considerar ninguna diferencia por su género, identidad u orientación sexual».