El servicio militar dejó de ser obligatorio para los hombres en España el 9 de marzo de 2001. Mi mayoría de edad llegó el 18 de diciembre de 2011, por lo que nunca he empuñado un fusil, nunca he saltado en paracaídas, nunca he acampado en la nieve a menos cero ni tampoco he comido nunca en lata. Aun así, muchos de mis alumnos bromean con que se me podría «convalidar la mili», ya que desde hace años he pasado mucho tiempo en bases militares como profe de inglés. Desde que llegó la pandemia, no he pisado una ya que todos mis cursos son actualmente online. Y os voy a reconocer que hasta lo echo un poco de menos.
Como ya sabéis, además de profe de inglés, soy intérprete. Son muchas las cualidades que suele tener un intérprete que realiza su trabajo de una forma profesional. Algunas de estas cualidades nos vienen innatas: el sentido de la curiosidad, el interés por otras culturas y por la realidad actual, ganas de aprender y leer; otras se adquieren con la práctica y el estudio: habilidades mentales para realizar varias tareas a la vez (la escucha activa, la toma de notas, traducción y reproducción del discurso), la formación en idiomas y en materias de especialidad. A mí personalmente, el hecho de ser una persona analítica y observadora me permite aprender cosas nuevas de todas las personas que conozco. Del ejército español he aprendido mil cosas, pero en esta entrada solo voy a destacar cuatro de ellas que aplico en cabina y fuera de ella. Allá van:
Compañerismo: siempre es mejor en equipo
Si tuviera que destacar uno entre los valores que he visto presente en los militares sería este. Pasan muchísimas horas juntos y en situaciones bastante complejas. A muchos, les he escuchado llamarse «hermanos» entre ellos directamente. Este compañerismo está claro que no puede sino traer resultados muy positivos en el trabajo. Ser una buena compañera es clave en cualquier profesión. Esto se demuestra antes, durante y después de la interpretación. Preparar bien el encargo, estar pendiente de la compañera cuando no interpretas por si necesita una cifra, un nombre o un descanso pueden llegar a crear esas relaciones de hermanos de las que hablaba antes.
Disciplina: orden + contraorden = desorden
Una buena organización es clave para un traductor o intérprete. Al igual que un militar se tira años y años formándose para una situación que (esperemos) tal vez no llegue nunca, el intérprete tiene que formarse cada uno de sus días. No estudiamos y nos preparamos los encargos solo la semana de antes (que también lo hacemos). Esta preparación no parte de cero en cada encargo. Llevar una disciplina diaria, estudiar, leer, aprender un programa nuevo, actualizar los materiales de consulta, etc. son tareas esenciales.
Lealtad: la importancia de saber dar órdenes… Y sobre todo, recibirlas
Imagínate una situación de conflicto. Hay unos diez hombres parapetados en un edificio. Como te digo, estos diez hombres llevan preparando esta situación toda su vida. El sargento al mando traza un plan y decide ponerlo en marcha: «soldado X, tú te encargas de Y». En ese momento, soldado X, que es muy cabezón, decide que esa técnica así no funciona, que él prefiere hacerlo a su manera. Te imaginas el resultado, ¿verdad? Pues lo mismo pasaría si en la consulta del médico el intérprete decide dar unas pautas médicas por su cuenta, si en una entrevista de asilo decide dar unos consejitos a espaldas del policía, o si decide consolar a un paciente en la clínica del psicólogo. Confiar en las instrucciones que te den el policía, médico o psicólogo es muy importante. Así mismo, en algunas ocasiones también tendremos que dar algunas pautas a aquellos profesionales que no estén acostumbrados a trabajar con intérpretes. Hacerlo de forma convincente y educada facilitará el entendimiento de todas las partes.
Responsabilidad, sentido del deber: «búscate la vida»
Tener claro cuál es el objetivo de tu trabajo es clave. El objetivo de una interpretación es que dos o más personas se entiendan perfectamente sin barreras comunicativas. Muchas veces las condiciones son las adecuadas para hacer un buen trabajo, pero en otras muchas ocasiones, hay condiciones externas que nos dificultan el trabajo: un lugar ruidoso, falta de documentación para preparar el encargo, falta de profesionalidad de otros agentes, desconocimiento de la profesión, etc. Una vez, un militar me contó que su jefe le pidió algo para lo que sabía de sobra que no tenía los medios y añadió: «búscate la vida, yo solo quiero el resultado». Por supuesto, este se hizo con los medios y consiguió lo que le había pedido el jefe. No estoy diciendo que el fin justifique los medios siempre, sino que hay que tener alternativas y recursos suficientes para los casos en los que las condiciones externas, por el motivo que sea, fallen a última hora. Por supuesto, como en el caso del ejército, siempre con honestidad, honradez, justicia, imparcialidad y sinceridad.