Vivimos en un mundo cada vez más globalizado y en el que el mercado cada día nos ofrece nuevas oportunidades en todos los ámbitos. Este año, todo este cambio se ha acelerado y las oportunidades posiblemente hayan aumentado de golpe.
Si buscamos aprender inglés (que es el servicio en el que yo me voy a centrar hoy), tenemos infinitas posibilidades con solo abrir el ordenador y teclear: clases de inglés (añada a la búsqueda su especialidad: jurídico, militar, de empresa, etc.).
Dentro de estas oportunidades, encontraremos una amplia variedad de precios, de servicios, de ofertas y de “extras” que ofrece cada servicio.
En el caso de las clases de inglés profesionales, a la gente normalmente le cuesta entender su precio. En mi opinión, esto se debe a una mentalidad errónea y a una organización algo pésima de su propio tiempo y recursos.
Cuando alguien cuestiona que cobre X euros por hora de clase de inglés, mi respuesta corta suele ser que cobro X por unas 3 horas de trabajo y una inversión de material, tiempo y formación. A su vez, el alumno debería emplear al menos otras 2-3 horas con “esa hora de clase a X euros” (para pasar apuntes a limpio, documentarse, hacer ejercicios que le mande el profesor, revisar y explorar los recursos que le sugiere el profesor, poner en práctica lo aprendido, y un largo etcétera). X euros por 3 horas de trabajo del profesor y 3 horas de recursos, medios y materiales para el alumno empieza a sonar incluso bastante barato, ¿verdad? Dejadme que os explique mejor qué hay detrás de cada clase de inglés profesional.
Formación y experiencia
Para dar una clase de idiomas de forma profesional, el profesor se ha tenido que formar muchísimo. Son diversas las opciones que se nos ofrecen a los profesores de idiomas para aprender a enseñar. Es cierto que muchas habilidades nos vienen innatas, pero ser bilingüe no tiene por qué ser sinónimo de ser un buen profesor de idiomas. Una cosa es un tándem o una clase de conversación para coger soltura, y otra muy distinta es un curso estructurado en el que se toquen todas las áreas necesarias para manejar un idioma.
Por otro lado, la experiencia (que en los casos nobeles puede haber sido adquirida por la formación de otros compañeros con mucha experiencia). En mi caso (y seguro que muchos estáis de acuerdo) he aprendido mucho más «tirándome a la piscina» y aprendiendo de mis errores y mis aciertos, así como de los errores y aciertos de mis compañeros y las peticiones, críticas y halagos de mis alumnos.
Material de calidad
Tanto si el profesor utiliza material propio como material ya creado por otros profesionales, esto le ha llevado una gran inversión tanto de tiempo como de dinero. Saber crear o escoger el material apropiado para cada alumno/ grupo requiere de la formación y experiencia de la que arriba hablo.
Tener una amplia gama de material para poder utilizar en diferentes contextos y las habilidades de crear material para ciertos momentos de improvisación o urgencia le suma un plus a la calidad de las clases.
Antes de la clase
Como ya he mencionado antes, una clase de una hora de inglés no es solo la hora en la que se reúnen el alumno y el profesor a tener esa clase. Improvisar puede salir bien alguna vez, pero lo cierto es que por lo general, nos tenemos que preparar bien la clase para que sea lo más productiva posible para nuestro alumno. Entre estas tareas están: preparar el contenido que necesita el alumno, preparar y escoger el material adecuado para el alumno y los objetivos de esa clase, organizar la hora de clase para que no sobre ni falte tiempo para cubrir nuestro objetivo, preparar recursos y material adicional para que el alumno trabaje al acabar la clase, y tener un plan B y un plan C por lo que pueda pasar (desde que el alumno esté agotado mentalmente y no sea capaz de asimilar este contenido hoy, hasta que el alumno llegue media hora tarde y tengas que dejar ese contenido para otro día y aprovechar esa media hora al máximo).
Después de la clase
Aparte de las tareas obvias de corrección de ejercicios, writings, etcétera, es necesario un ejercicio de reflexión tras cada clase para anotar lo que se podría mejorar, los ejercicios que no funcionan con cada alumno o las técnicas que se deben perfeccionar. Además del tiempo dedicado a tutorías, contestar correos con dudas, estar al tanto de todos los cambios que introduzcan en los exámenes que preparas, seguir formándonos y buscando recursos de interés para nuestros alumnos.
Constancia y seguimiento personalizado
En mi caso, yo guardo en hojas de Excel un seguimiento de cada uno de mis alumnos o grupos de alumnos. Esto me ayuda no solo a tener en cuenta el contenido que ya se ha dado en clase y el que falta por dar para cumplir los objetivos del curso, sino que también me sirve para aspectos que pueden parecer más banales pero que no lo son, como por ejemplo: la rapidez con la que asimila ciertos conocimientos cada alumno, lo que ha avanzado en X meses, si los viernes son un mal día para hacer listenings con ciertos alumnos porque los viernes por la mañana tienen una reunión que les deja el cerebro chafado, o saber lo que ha trabajado fuera del aula cada alumno y lo que podría mejorar.
Espero que te haya gustado este post y que te sirva para disfrutar muchísimo más de tus próximas clases de idiomas, así como para aprovechar al máximo todos los recursos que te puede ofrecer un profesor profesional. También espero que te haya quedado más claro que una hora de clases de inglés la puedes aprovechar tanto que puede darte para al menos otras dos horas más de trabajo personal.
¡Que disfrutes de tu aprendizaje!